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La clave reside en restaurar la integridad funcional de los ecosistemas garantizando la conectividad biológica, protegiendo las especies clave, controlando la presión humana y promoviendo la participación comunitaria. «Vivimos en un nuevo planeta», señala, enfatizando que el diseño de las reservas debe anticipar las perturbaciones climáticas extremas.

Desde el Instituto de Ecología de la UNAM, Gerardo Ceballos promueve un modelo de educación ambiental que va más allá del aula, expandiéndose a medios, libros y campañas, con el objetivo de conectar el conocimiento científico con la sociedad y la toma de decisiones.

En tiempos en que la información se pierde en las tendencias digitales, el legado escrito del Dr. Ceballos se erige como un faro que nos guía, nos educa y nos llama a la acción. Sus libros no solo documentan la vida que estamos perdiendo, sino que también nos invitan a restaurarla. Son una denuncia, sí, pero también una propuesta: un llamado al deber ético y colectivo de conservar lo que nos da vida: la naturaleza.

En uno de los países con mayor biodiversidad del mundo, México, proteger la tierra no es solo una responsabilidad ecológica, sino una urgencia nacional. Los ecosistemas mexicanos albergan una riqueza natural incomparable, pero enfrentan crecientes amenazas como el cambio climático, la deforestación y el desarrollo no planificado. Ante esta realidad, el Dr. Gerardo Ceballos comprendió desde el principio la necesidad de actuar y ha dedicado su vida a defender y conservar el patrimonio natural del país.

Vivimos en una emergencia, pero actuamos como si tuviéramos todo el tiempo del mundo. No es así. Estamos a una o dos décadas de cruzar puntos de no retorno.

Su advertencia no se dirige solo a los gobiernos e instituciones, sino también a la ciudadanía. La transformación, insiste, debe ser profunda y colectiva.

Como muchos en su comunidad, Christian era cazador. Pero el destino lo llevó por un camino diferente: hoy entrena perros rastreadores para proyectos de conservación del jaguar. Durante siete años, ha trabajado con el equipo del Dr. Gerardo Ceballos, pioneros en el uso de perros como herramienta no invasiva para el estudio de grandes felinos. Sus perros han ayudado a rastrear al menos a una docena de grandes felinos en la Península de Yucatán.